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Estamos
ante un cambio global que supondrá nuevas formas de ejercicio
profesional.
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No
podemos permanecer ajenos al proceso cultural de nuestro
entorno, porque la profesión perdería importantes
posibilidades de crecer en términos de prestigio.
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Nuestras
escuelas deben estar en vanguardia, y presentes en los cambios
de paradigma técnicos, sin olvidar aspectos del pasado,
porque pueden estar vigentes en la actualidad: bioconstrucción,
rehabilitación, reciclaje, aprovechamiento energético,
barreras arquitectónicas, enfermedades relacionadas con los
materiales de construcción, adaptaciones constructivas al
cambio demográfico, deporte, ocio, cultura, etc.
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Nos
encontramos ante un nuevo reto social y es fundamental
adaptarse y adelantarse a las necesidades que se demandan.
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Debemos
asumir que la que la identidad del grupo se construye o se
destruye socialmente.
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Es
imprescindible disponer de una denominación profesional única.
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Los
orígenes de nuestra profesión son muy antiguos, y siempre se
ha tenido la capacidad de reconvertirse por su utilidad a la
sociedad.
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Los
promotores nos ven como agentes necesarios e imprescindibles
en el sector.
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Debemos
tener una organización colegial sólida para la defensa de
nuestro colectivo.
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Nuestra
profesión ha creado numerosos caminos en el ámbito técnico,
y debemos estar abiertos a nuevas aportaciones.
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Es
importante poseer atribuciones, pero más importante aún es
desarrollar las competencias.
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El
Colegio es imprescindible para la defensa y la promoción
profesional, y también para obtener el prestigio necesario
como repuesta a nuestra intervención.
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Los
Colegios deben articular acciones para atraer a nuevos compañeros
que culminan sus estudios.
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Sería
muy fructífera la aproximación de objetivos entre Escuelas y
Colegios.
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Existen
posibilidades laborales para los Arquitectos Técnicos en el
ámbito internacional.
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Se
ha constatado la posición y relevancia de la Arquitectura Técnica
ante a las principales asociaciones profesionales
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